Este mundo fue creado
para todo ser viviente;
el derecho Dios ha dado
a disfrutar del ambiente.
El hombre con sus excesos
y su insaciable ambición
al ambiente en sus procesos
destruye sin compasión.
La naturaleza grita,
al verse destruida
porque el hombre le quita
su derecho a la vida.
Él no aprecia su valor;
sus ambiciones no mide,
él no escucha su clamor
aunque a gritos se lo pide.
Que al socorro Dios acuda
a este grito ambiental;
si no le brinda su ayuda,
el daño será fatal.
POR: Rosalina caraballo Madera X1-11
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